Don. Nicolas Casas de Mendoza

Nicolas Casas de Mendoza

Tratado de la cría de aves de corral y cría lucrativa de gallinas:

El veterinario, Casas de Mendoza, nacido el 6 de diciembre de 1801 y tras desarrollar una vida muy perseverante y trabajador, falleció en Madrid el último día del año 1872, víctima de un episodio vascular cerebral, insospechado hasta entonces.

Cuando Casas se matricula en la Real Escuela de Veterinaria es un niño de quince años fustigado por su orfandad y pobreza, hechos éstos que afectarían decisiva mente en su obra.

El 7 de octubre de 1816 ingresa Casas en la Real Escuela de Veterinaria de Madrid. Por aquella época la Escuela admitía a dos clases de alumnos: internos, hoy diríamos becados, que no pagaban nada y percibían una pensión de 200 ducados, para gastos de manutención, uniforme y otros externos.

En mayo de 1820 termina brillantemente la carrera, aunque hay que hacer notar que en su expediente consta que era un joven travieso con espíritu inquieto, que «en ocasiones hacía revivir entre los alumnos el germen de la insubordinación y la discordia «. Esta inquietud, negativamente juzgada por sus profesores, sería más adelante la responsable de sus triunfos.

Nicolás Casas de Mendoza, que fue el precursor más destacado de la Veterinaria científica, un verdadero coloso del siglo XIX. La obra de Casas supone rememorar el período más fecundo de la profesión veterinaria, desde 1821, fecha en que inició su incansable andar por una profesión que caminaba lentamente sin inquietudes científicas, dio cincuenta años de oro a la profesión, hasta 1871, año en que pasó a la historia como el gran reformador de la Veterinaria del siglo XIX.

Ejerció durante treinta años en el medio rural, y seguidamente, tras brillantes ejercicios de oposición, obtuvo la Cátedra de Zoo fisiología, en la Escuela de Veterinaria madrileña. Antes ya había sido Visitador por el Tribunal de Protoalbeiterato, de la provincia de Cuenca y años después Alcalde examinador.

Durante muchos años fue Consejero de Agricultura y Sanidad, formó parte de la Directiva en la Exposición Agrícola de 1857. Por su actuación en ella fue distinguido con Medalla de Plata.

Preparó y publicó numerosos trabajos en torno a temas veterinarios que culminaron con su Tratado de Zootecnia, rama en la que destacó. Fue un Veterinario eminentemente científico.

En 1861 fue designado Académico de Número de la Real de Medicina ocupando el Sillón 35, adscrito a las Secciones de Higiene y de Anatomía Fisiológica. Ya había accedido a la Academia de Ciencias Naturales años antes, y al transformarse en la reciente de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, figura como Académico fundador.

Estaba en posesión de la Orden Americana de Isabel la Católica. En la Academia fue muy sentida su pérdida.

Extensa la obra de Nicolás Casas con su Biblioteca completa del ganadero y el agricultor. Dentro de ella referente a la avicultura encontramos el Tratado de la cría de aves de corral «, publicado en Madrid en 1844 ya basado en unos criterios zootécnicos más completos, así como su posterior obra “ Cría lucrativa de las gallinas ” de 1872, tratando las razas Españolas y del resto del mundo, del huevo, alimentación, incubación, identificación de la buena ponedora, enfermedades, et.

Tratado Cría aves de corral. Nicolas Casas de Mendoza

Cría Lucrativa de las gallinas. Nicolas Casas de Mendoza

Tratado de la cría de aves de corral. Ver el Volumen 4 º

Cría Lucrativa de las gallinas.

Nicolás Casas y el Protoalbeiterato:

El protoalbeiterato era la organización típica de la albeitería española. Tribunal oficial en el que se examinaban los aspirantes a albéitares, sin cuya aprobación no podían ejercer.

Esta institución sincronizo durante tres siglos la formación de la Veterinaria. Aguantó radicales mudanzas políticas y bruscos cambios profesionales debido a que actuó bajo las mismas directrices y criterios y con las mismas prácticas desde su creación.

La fundación de la Escuela de Veterinaria de Madrid pronosticaba la supresión total del protoalbeiterato, pero no fue así, ya que aún duró otros quince años más, retardando con ello el desarrollo y expansión científico de la nueva Veterinaria.

Casas fue el primer historiador veterinario, y como tal investigo el largo caminar del protoalbeiterato a través de los siglos. Institución que él mismo, junto con su maestro Risueño, derrocó.

Casas, que es el verdadero verdugo del protoalbeiterato, analiza las causas por las que se mantuvo durante tanto tiempo este tribunal: Prestigio tricentenario de la institución. Gran influencia de Malats, que junto con Estévez, fueron becados en 1783 por Real Orden decretada por el rey don Carlos III para estudiar en la Escuela de Veterinaria de Alfar.

Ambos fueron los encargados de organizar la Escuela de Veterinaria de Madrid, aprovechándose de esta circunstancia para incorporarse rápidamente al protoalbeiterato y forme parte de su tribunal. Casas fue un idealista y como tal criticó duramente la actuación de Malats y Estévez, que movidos por una gran ambición defendían con tesón su candidatura para formar parte activa del protoalbeiterato.

Claro esta el motivo del interés de los codirectores de la Escuela de Veterinaria de Madrid, al revisar sus primeras Ordenanzas. El tribunal en esta fecha lo integraban Segismundo Malats y José María Montero.

» Estarán anexos a los empleos del primer director de esta Escuela dos plazas de proto albéitares, alcaldes examinadores, que con tres mariscales de las Reales Caballerizas han de ser cinco, que han de componer el tribunal del protoalbeiterato, establecido en esta Corte, sean o no dichos directores mariscales de las Reales Caballerizas, como así está resuelto por el rey por el Real Decreto 36 comunicado al Supremo Consejo de Castilla, en abril del año 1795.»

Un informe del propio Malats, fechado el 22 de abril de 1822, se afirma que los herradores pagan 539 reales por derechos de examen, y los albéitares herradores, 576 reales por derechos de reválida.

«cuya distribución se hacía por partes iguales entre los examinadores, recaudando yo, además, como decano y por razón del sello que se estampa en los títulos y despachos, cuatro reales por cada uno. Que desde tiempo inmemorial ha estado señalada esta cuota, así lo hicieron nuestros antepasados, así hemos continuado mi compañero y yo «

Se examinaban unas 400 personas al año en el protoalbeiterato; el cargo de alcalde examinador percibía por dietas de examen más de 100.000 reales al año. Pero Casas siguió profundizando y trató de buscar argumentos más sólidos para explicar la persistencia de la organización albeitaresca e indagar las causas que impedían la expansión de la Veterinaria a costa de la albeitería.

Desde su revista nacen nuevos artículos, que producen la hilaridad (Risa sonora), en unos y el sonrojo (Sentimiento de vergüenza), en otros. En 1845 escribe sobre el arreglo de la Facultad de Veterinaria y dice:

Para evitar tamaños males (existencia de albéitares e intrusos) y poder hacer efectivo el único y eficaz remedio que se propone, esto es: la supresión de las pasantías (práctica profesional bajo poca o nula remuneración), se hace de absoluta necesidad el establecimiento de dos Colegios de Veterinaria, donde esta ciencia se enseñe con los elementos y métodos que actualmente se hace en el de Madrid.

La labor de Casas da sus frutos, ya que a los quince años de convivencia en la Facultad de Veterinaria, la Escuela asfixió al protoalbeiterato, suprimiendose, el 19 de agosto de 1847 por decreto los exámenes de albeitería.

El día 2 de agosto de 1847, Nicolás Casas de Mendoza, siendo director de la Escuela de Madrid, en el discurso inaugural, pronunciado en la apertura del curso de los estudios veterinarios, decía:

» Este día memorable formará época en la historia de la Veterinaria española. Con orgullo nos podemos vanagloriar de haberlo conocido, grande es la satisfacción que a todos los veterinarios y a cuantos piensan serlo, les debe caber y óptimos los frutos que llegarán a recoger las generaciones futuras .» fuente Luis Bascuñán Herrera.

Espíritu militar y trajes en la Escuela de Veterinaria:

Entre los años 1845 y 1854 una sección de su Boletín de Veterinaria desarrolla una intensa actividad en favor de la Veterinaria Militar. Casas era, según su discípulo Morcillo, un hombre de fibra, de temple de acero, esclavo del deber, virtudes que le caracterizaron desde su juventud y se acrecentaron en el maestro al ser influido por el espíritu militar que reinaba en la Escuela de Veterinaria.

Esta se inauguró el 18 de octubre de 1793 con el único objeto de suministrar buenos mariscales a los institutos montados, colocándose bajo la protección del inspector general de Caballería hasta 1825.

Se admitieron alumnos, dividiéndolos en militares y paisanos. cuyo número se fijó en 96. Los militares debían servir ocho años, de los cuales cuatro sería en la escuela y otros cuatro en regimientos para ejercer la ciencia.

En los primeros tiempos la Escuela de Veterinaria de Madrid, estaba tan dentro de la órbita militar, que figura como un centro militar castrense, según se relata en el Estado Militar de España de 1806 :

La Escuela de Veterinaria constaba de una compañía, creada por la Real Ordenanza de 13 de septiembre de 1800, de un oficial comandante, dos subalternos, tres sargentos y tres cabos (a cuyo cargo está el gobierno económico) y 60 alumnos.

La Ordenanza para el Régimen y Gobierno de la Real Escuela de Veterinaria de Madrid, refiriéndose al uniforme del Director, dice :

» Tendrá el uniforme las mismas divisas que los alumnos, y para distinguirse de los maestros, llevará un ligero bordado de oro de poco más de un dedo de ancho en la chupa y cuello, y dos en la vuelta; y a fin de que no se confunda con otros uniformes, será la solapa de la casaca encarnada, de la misma hechura y con los ojales de hilo de oro y el botón de metal dorado con la inscripción Real Escuela Veterinaria «.

El bastón del Director era el distintivo de mando y portaba una correa de color negro con dos bellotas, similar al bastón de mando de los coroneles actuales.

Director de la Real Escuela de Veterinaria militar. 1800

Profesor, alumno Real Escuela Veterinaria militar. 1800

Real colegio escuela de veterinaria de la corte.

Profesor explicando la lección, y alumnos atendiendo y tomando notas, en una clase practica.

El uniforme de los alumnos constaba de casaca y calzón azul, vuelta, cuello y solapa, chupa y forro encarnado, con un vivo de color de ante, y en la solapa unos ojales de hilo de oro: botón dorado y sombrero sin galón.

Los catedráticos de la Escuela de Madrid abogaron por la creación de un cuerpo de Veterinaria Militar. En esta tendencia destacó Casas, con sus escritos en su Boletín de Veterinaria, defendiendo la validez de los veterinarios militares.

Durante los quince años que tuvo de vida esta publicación, fueron innumerables los trabajos salidos de su pluma que contribuyeron a elevar al rango científico que le correspondía a esta veterinaria militar. Sus esfuerzos se vieron recompensados el 15 de junio de 1845 al decretarse la formación del Cuerpo de Veterinaria Militar.

Por Real Orden el 5 de septiembre de 1856 la Veterinaria Militar, contó con un Reglamento Orgánico de servicios, atribuciones, et., teniendo derecho al uso de uniforme con los emblemas del cuerpo: «en el centro un sol y en la circunferencia el lema Veterinaria Militar. El 4 de febrero de 1865, veía la luz el primer Reglamento de Veterinaria Militar. Se aprobó.

Diplomado de la Real Escuela de Veterinaria Militar, 1800

Los alumnos que por su continua aplicación y desvelos concluyan con aprovechamiento todos los cursos que se enseñan en esta Real Escuela, y fueran aprobados en los exámenes generales que al último han de celebrarse, gozarán de las exenciones siguientes: podrían llevar el uniforme de alumno de la escuela con galón de oro en la vuelta , como los sub-profesores , y usarán como él de espada.

Nicolás Casas y la Zootecnia:

Etimológicamente zootecnia viene a significar « arte de la cría animal »; por ello la historia de la explotación de los animales que pudieran ser de utilidad para el hombre es un poco la historia del hombre mismo, desde los tiempos prehistóricos hasta la actualidad.

Los primeros cuadros de esta historia nos muestran las prácticas del hombre primitivo para adquirir los alimentos que le permitían sobrevivir.

Más adelante surgen los primeros focos de domesticación. A partir de entonces el «cultivo de animales», la formación de pueblos pastores y el desarrollo de núcleos de civilización, constituyen un conjunto inseparable. Más tarde, a comienzos de la Edad Moderna, el viento de revolución espiritual que sacude al mundo de entonces conocido, impulsa la ciencia, en muy diversas facetas.

Desde ese momento todo es ya una continua y progresiva ascensión en el camino de los descubrimientos científicos.

El nombre de Zootecnia fue propuesto por primera vez por el ex ministro Conde de Gasparin, antiguo alumno de la Escuela de Alfort, en 1843. Hemos visto, a grandes rasgos, la evolución histórica de una ciencia que se iba consolidando a medida que crecen las necesidades materiales del hombre.

Hasta este momento su desarrollo estaba basado en la experiencia acumulada a través de los siglos. Era necesario buscar una nueva orientación a esta ciencia para consolidar y acelerar su progreso.

La Zootecnia de hoy rinde homenaje a aquellas mentes claras, que en momentos tan cruciales, supieron alcanzar niveles tan elevados. Y aquí también surge de nuevo la figura de don Nicolás Casas de Mendoza.

Quizá sea la actividad zootécnica la que más haya contribuido a mantener el recuerdo histórico que tenemos de Casas, por la gran labor realizada en este campo. En 1847, dirigiéndose a los escolares y refiriéndose a la utilidad de nuestra profesión, considera a la Veterinaria como:

» una parte de la Historia Natural que tiene por objeto final la conservación, multiplicación y mejora de los animales domésticos «, pero además dice:

» La Veterinaria es algo más que medicina animal, requiere una orientación pecuaria o se perderá en la nada  «.

La aportación de Casas a la Zootecnia representa, a modo de memorable colofón, la culminación de una larga e intensa labor profesional.

Es muy interesante lo que comenta de la gallina morina, que fue la que trajeron los Árabes y ancestro de las actuales gallinas negras Españolas.

Este es el texto original de la obra. Cría lucrativa de las gallinas. Página 60 – 52

GALLINA NEGRA (gallina morina). Esta raza abunda poco entre nosotros en estado de pureza. En la provincia de Ciudad Real y de preferencia en Alcázar de San Juan, se suelen encontrar en más o menos número, pero mezcladas con las comunes.

Los señores antiguos de los pueblos creían que la carne de las gallinas negras era más delicada que la de otras de color, y tal vez fundados en esta creencia exigían por censo á los arrendatarios gallinas negras.

Si esta creencia no tiene por base la ciencia de la fisiología del gusto, está a lo menos sancionada, por la historia. Esta refiere también que Aristóteles prefería criar gallinas negras por la excelencia de su carne.

Los gastrónomos españoles, dicen: Para mesa, ganso blanco y gallina negra. 

La gallina negra es más corpulenta que la común, y se la distingue por una cresta rudimental con un casquete pequeño, córneo en su base; además de su pluma negra, el pico, las narices, las márgenes de los ojos y epidermis de las patas, son negros.

Se diría al primer aspecto, que se había revolcado en un montón de carbón en polvo. La pequeña cresta y las barbas son de un rojo más oscuro, y como sembrado de pequeños fangos negruzcos; las alas y plumas de la cola son largas; las piernas pequeñas, y las patas finas y altas.

Casi todas tienen un collar pequeño de plumas que circunvala sus cabezas. Es bastante fecunda; pone huevos gruesos de una blancura extraordinaria y brillante; pero está cacareando casi de continuo como la gallina común, y es tan vagabunda como ella. Su propensión a incubar es algo menos que mediana.

Otra de las obras que nos dejo Nicolás Casas de Mendoza, es el Diccionario manual de Agricultura y ganadería Españolas. Esta escaneado por Google de la versión original de los libros perteneciente a la biblioteca de la  Universidad Complutense de Madrid, consta de cuatro tomos, publicados  por Calleja,  López y Rivadeneyra Editores en 1857 ver los enlaces.

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